Innovation

Así vive el universo fintech la evolución de la COVID-19

Co-workers working together

La COVID-19 está siendo una prueba para el ecosistema fintech. Como todas las startups, buena parte de su valor está en la capacidad de trasladar conocimiento a diferentes entornos y mostrar soluciones. Por eso, momentos como este son una ocasión para mostrar que sus planteamientos son a la vez robustos y adaptables.

En este contexto, recientemente Visa ha organizado un panel como previa al evento South Summit titulado Los nuevos hábitos de consumo, ¿están las fintechs preparadas para el consumidor post pandemia? moderado por Carmen Alonso y en el que participaron María Benjumea (de Spain Startup South Summit), Borja Aranguren (de Cobee), Mireia Badia (de Grow.ly) y Daniel Espejo (de Klarna). Veamos cómo vive el sector este momento desafiante.

La responsabilidad, lo primero

Estamos viviendo un momento de cambio generalizado, que ha afectado a todo tipo de personas y actividades. Por lo tanto, antes de realizar un análisis de su situación interna, las fintech tienen que pensar en su razón de ser: sus clientes, los cambios que están viviendo y las soluciones que les van a proponer.

Daniel Espejo resaltó que, en ese contexto, las fintech deben contribuir lo máximo posible otorgando al cliente esa posición central que algunas veces se olvida un poco. En todo caso, como recuerda María Benjumea, lo que el cliente busca son soluciones, no parches.

La cuestión es, por tanto, cómo encontrar el camino que los clientes necesitan. En este aspecto, Borja Aranguren abundaba que ahora reclaman soluciones más personalizadas y que hay que pensar, en particular, en las ideadas para personas que están en su casa. Y, a esta personalización, Daniel Espejo añadió un patrón de interacción social en el que los influencers ayudan a descubrir nuevas vías a los clientes.

Un ojo puesto en el inversor

En ese proceso de análisis del entorno, si el cliente es la prioridad, otra parte de la atención la reclama el inversor. Afortunadamente, según aclara María Benjumea, el mercado está dinámico y hay dinero para invertir, pero hay que saber venderse.

Al respecto, Mireia Badia expresaba que es clave que, ante un inversor dispuesto a invertir, pero con la lógica actitud expectante que marca el entorno actual, se le ofrezcan garantías financieras. Con ellas, es posible ampliar la base de inversores.

La agilidad y la flexibilidad como clave de la respuesta

Si algo caracteriza al ecosistema fintech es su capacidad de cambio, de dar respuestas basadas en el conocimiento tecnológico y la experiencia acumulada a los desafíos financieros. Y en esa respuesta hay dos rasgos muy importantes: agilidad y flexibilidad. La primera es una seña de identidad de todas las startups. María Benjumea destaca que tienen una especial habilidad para adaptarse rápidamente a los cambios. Y Daniel Espejo recordó que parte de esa agilidad es el fruto de la pertenencia a un ecosistema en el que es fácil absorber rápidamente la capacidad de respuesta de los demás.

Pero no todo es ser rápido, sino también ser flexible. Carmen Alonso señalaba que nadie debe pensar que lo sabe todo y que el espíritu debe ser de aprendizaje. De hecho, Mireia Badia reconocía que una de las claves de las perspectivas positivas del ecosistema fintech es todo lo que se está aprendiendo con la experiencia de los últimos meses.

Y, como apuntaba Borja Aranguren, ese espíritu flexible hay que trasladarlo a otras empresas, que buscan en las fintech un instrumento que facilite su transformación digital.

Colaboración, colaboración y más colaboración

La colaboración es clave. Los proyectos conjuntos son capaces de llegar mucho más allá. Dividen el trabajo, suman esfuerzos, multiplican las aplicaciones y restan un montón de inconvenientes que una startup, por sí sola, no sería capaz de afrontar.

En este campo, hay tres planos muy importantes: el primero es el de la unión entre empresas fintech, que María Benjumea considera que es uno de los factores más importantes para su futuro.

El segundo, es el de la colaboración con grandes empresas. Borja Aranguren reclamaba que hay que saber encontrar herramientas de conexión entre ambas partes y tener la suficiente empatía como para ponerse en el lugar del otro. Mireia Badia aclaraba que muchas veces eso depende mucho de encontrar a la persona con capacidad de tomar decisiones en la gran empresa. Por su parte, Daniel Espejo recomendó que las grandes corporaciones tengan equipos que puedan colaborar de manera autónoma con startups.

El tercer pilar de colaboración es el gubernamental. Según Mireia Badia, los gobiernos deben tomar en serio a las fintech y enfocarse en los aspectos más importantes y todos coinciden en la importancia del sandbox, sobre todo ahora que, como percibe Carmen Alonso, estamos inmersos en un proceso de organización de la innovación asociada al sandbox.

Borja Aranguren entiende que el sandbox permitirá innovar con un entorno regulatorio flexibilizado, controlado y en el que quien consiga resultados obtendrá las ventajas de ser el primero.

Mireia Badia y Daniel Espejo ven muy importante el aspecto organizativo. Badia apuntó que hay que ver qué temas y qué número de funcionarios llegan al sandbox. Por su parte, Espejo valora que el sandbox necesita perfilarse un poco mejor: aclarar quién decide qué se puede hacer.


En conjunto, podemos decir que el sector mira al futuro con optimismo, pero con responsabilidad; con conocimiento, pero con flexibilidad para aprender de la experiencia y, sobre todo, con una gran apuesta por la colaboración.

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